lunes, 29 de diciembre de 2008

Una rosa es ... una rosa


Vuelven a llamar a la puerta y sin miedo al peligro corre a abrirla. Como decía aquel genio… nadie te cree cuando eres pequeño.

Había oído mil veces que se dejara llevar por sus sentimientos y eso es lo que hacía, una y otra vez, confiando en el duro y sombrío destino que siempre le terminaba haciendo la zancadilla.

Sobre el frío descansillo de la entrada de nuevo la encontraba. La copa del dulce licor púrpura. Como una idiota, con la misma ingenuidad de una niña de cinco años... sin respirar, de un sorbo. Despertaba confusa, atontada, con la cabeza como una coctelera a punto de estallar. Y siempre con una rosa blanca marchita en la mano derecha. Siempre con las profundas yagas que le dejaban las espinas. Siempre con el corazón hinchado y desangrado.

Lo llamaban algo así como “amor”, dulce envenenamiento que aturde a la razón, niebla la vista y colapsa las arterias. A corto plazo te hace el ser más estúpido sobre la faz de la tierra, en grandes dosis produce una grave y aguda jaqueca, colapsa los lagrimales y si te coge de lleno puedes acabar en un centro psiquiátrico sin apenas darte cuenta.

Nadie se atreve a recomendarlo pero todos lo sufren, gritándolo o en silencio, dentro de todos, en la parte izquierda del fondo de su alma hay una cicatriz, a veces sangrante y a veces cicatrizada que deja este mal a su paso.

Muchos son afortunados y encuentran la cura muy fácilmente, otros, en cambio, mueren buscándola. Pero en algún momento, en algún segundo fueron infinitamente felices. Felicidad únicamente comparable con la fuerza de un agujero negro que desaparece todo lo que encuentra a su paso.

Al hacer la digestión de tal dulzón bebedizo soñó dormir en sus brazos, beber de sus labios, volar con simplemente una caricia y vivir, sí, vivir cuando la miraba a los ojos y le confesaba que él también sufría tan fastidioso mal.

Pero ya pasadas las 24 horas reglamentarias de la poción mágica la carroza volvió a ser calabaza, los caballos ratones y el príncipe azul simplemente un compañero de viaje que compartió un instante de tu vida, un maravilloso viaje que para su desgracia nunca más se volverá a repetir.

Fin.

Aún así me atrevo a decir que sin esta lúgubre y radiante enfermedad que afecta a todo ser humano que se precie, la vida no alcanza su verdadero significado. Sin ella la vida sería verdaderamente insípida.

Que le podemos hacer… no hay vacuna, no hay consejo ni siquiera remedio que pueda hacer llevar mejor los síntomas.


Y con un suspiro, desde el alma, se le escapó un tímido y juguetón:
“Así es la vida…”

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Si tus ojos fueran mar,
me inundiría hasta asfixiarme
Si tus manos fueran cuerdas,
me ataría hasta el fin de mis días
Y si tu boca fuera un caramelo...
Si tu boca fuera un caramelo...
Estaría muerta por sobredosis de azúcar.
Lo peor es que tu boca es caramelo, laberinto inferal que te eleva al paraíso, sobredosis de azúcar que me tupe las arterias.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Y allí estaba,
nuevamente con las manos entrelazadas,
pidiendole al aire que se estrechara,
sin entender nada.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Cuando abrí el libro tu olor estaba dentro

No puedo vivir sin tu aliento

martes, 2 de diciembre de 2008

no lo sé

Sin respirar, cruzo los dedos bajo la mesa
ojalá me vuelvas a mirar.